
Un 7 de febrero, en una de las regiones más míticas y hermosas que tiene nuestro país, nació un niño a quienes sus padres bautizaron con el nombre de FELIPE PELÁEZ RODRÍGUEZ. Sus padres; Felipe y Consuelo, se sienten hoy orgullosos de lo que ha logrado su hijo a lo largo de su carrera artística. "Él siempre fue obstinado y muy convencido de lo que quería ser. Aunque yo le inculcaba que estudiara, que se preparara para que fuera un profesional en otro campo, él decía que lo suyo era la música, que era algo que llevaba por dentro y le brotaba de manera natural". No obstante; PIPE siguió los consejos de su madre y se graduó como Comunicador Social. La profe "conchy", como cariñosamente le llaman a esta perseverante educadora, luchadora incansable, por cuyas manos han pasado varias generaciones de estudiantes-de su entrañable Maicao-, se sintió orgullosa cuando lo acompañó a recibir su título profesional en Bogotá.
Sin embargo, el talento que Dios le había regalado a PIPE, esa necesidad casi inexplicable por componer, por tener una guitarra en las manos y plasmar en canciones lo que su corazón le dictaba, lo llevó a alejarse de los medios-de manera temporal-para dedicarse a lo que más le apasiona, ¡La Música!
Fue así como entró a ese cerrado círculo de músicos y artistas de Bogotá. Comenzó a tocar guitarra en varias agrupaciones vallenatas, mostró su faceta de compositor y realizó varias producciones musicales, con lo cual se fue dando a conocer como un artista integral, el cual, de vez en cuando, se le daba por cantar. Pasó mucho tiempo para que el sueño de cantar y ser reconocido por el público y los medios de comunicación se le diera. Pero nada hay imposible para el que cree, para aquel que es capaz de soñar, y después de varios intentos, de tocar muchas puertas y tener que soportar casi que el desprecio y la descalificación de gente que no creían en su talento, hoy Dios lo ha recompensado y su proyecto musical marcha viento en popa.